Uno
de los candidatos demócratas a presidente se quejaba recientemente de
la desigualdad económica que existe en los Estados Unidos:
“Hay algo seriamente errado cuando en los últimos años vemos una proliferación de millonarios y multimillonarios mientras que el americano medio trabaja más horas a sueldos más bajos, y tenemos vergonzosamente la mayor tasa de pobreza infantil de cualquier país civilizado en el mundo”.
Una pregunta que habría que hacerle a
Bernie Sanders, ese senador socialista de Vermont, es si él preferiría
que no hubiese proliferación de millonarios y multimillonarios, y que
todos los americanos estuviesen sumidos por igual en la pobreza. Si no
es así, entonces que pare de hablar de pobreza como si el problema fuese
la desigualdad.
Uno de los trucos más vulgares usados
por los alarmistas de la desigualdad para conseguir que los ciudadanos
americanos se inflamen hablando de las diferencias de ingresos es
confundir, a propósito, dificultades con diferencias. Funciona así:
Paso 1: Señala a personas que están pasando verdaderas dificultades, como pobreza.
Paso 2: Señala a personas que están disfrutando de un éxito superior al promedio.
Paso 3: Insinúa que el problema es la brecha
que hay entre esas personas, no las dificultades en sí. (Ganas puntos
si consigues sugerir que el éxito de un grupo es la causa de las
dificultades del otro.)
Paso 4: Propón que se cierre esa brecha neutralizando a quienes van por delante.
Siempre que oigas este tipo de argumento
puedes estar seguro que el objetivo de quien habla no es acabar con las
dificultades, sino destruir a los que tienen éxito.
Una analogía ayudará. Imagina que tiran a
dos personas a un lago: a un niño que no sabe nadar, y a Michael
Phelps. Si alguien dijera: “Hay algo seriamente errado cuando vemos que
un niño se ahoga, y que un medallista olímpico se va nadando
tranquilamente a la orilla”. ¿Qué pensarías? Si quitas a Phelps de la
ecuación, el niño seguiría ahogándose. La única razón para mencionar a
Phelps es que el objetivo no es ayudarle al niño, sino abatir al atleta.
Así funciona con los alarmistas de la
desigualdad. Ellos no quieren llevar a todo el mundo a tierra firme.
Quieren ahogar a los mejores nadadores.
# # #Fuente:
Por Don Watkins
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